En 1942, el arquitecto argentino Amancio
Williams formuló una de las propuestas más originales y rigurosas de la
arquitectura moderna argentina. Se trató de la llamada Casa del Puente también
conocida como Casa del Arroyo o Casa Williams, una obra concebida para su
padre, el músico y compositor Alberto Williams. El predio de dos hectáreas,
ubicado en las afueras de la ciudad de Mar del Plata en el Barrio Pinos de
Anchorena, se encontraba en esa época surcado por un arroyo.
La casa fue construida entre 1943 y 1946,
sobre un puente que reunía las dos orillas del arroyo. Williams conjugó en una
misma obra la racionalidad tecnológica moderna con la topografía. La maestría
del diseño alcanzó la fusión entre elementos abstractos, como el puente y la
terraza, con elementos de tradición criolla, como la galería de entrada
(ubicada al pie del ingreso, en uno de los pilares del puente). El predio
contaba también con una construcción separada que incluía el garage y el
pabellón de servicio.
Si bien las dimensiones de la casa no son
demasiado grandes (nueve metros de ancho por unos 27 metros de largo, con una
altura de seis metros), tanto su excepcional ubicación sobre la cuenca del
arroyo, como el paisaje boscoso y la perspectiva sobreelevada de la obra, generan
una sensación de mayor tamaño.
El arroyo funcionaba cono punto de apoyo invertido de la obra. La estructura
general es geométrica, casi abstracta, capaz de reducirse a tres elementos
básicos: la lámina curva del puente, las líneas horizontales que guían el
diseño del living y el plano de la terraza.
La lámina curva trabaja de forma simultánea
con la losa plana de la planta principal y las barandas-vigas que la rodean,
por medio de tabiques verticales. La planta baja consta de dos entradas
ubicadas en los puntos de apoyo del puente. La transparencia de este acceso
contribuye al movimiento de la obra, gracias a los ventanales que dejan al
descubierto las escaleras apoyadas sobre el arco del puente.
El living cubre todo el largo de la casa y
se vincula con el exterior a través de un ventanal continuo de 27 metros de
largo. El diseño de la obra fue pensado como una forma no intrusiva de
incorporar arquitectura dentro de la naturaleza. Según sus propios escritos y
declaraciones, el objetivo principal de Amancio Williams consistió en realizar
una estructura totalmente liviana, aérea y transparente, que al mismo tiempo
fuera honesta en el uso de los materiales.
El hormigón armado utilizado en la obra fue ensayado en laboratorio para que
lograra resistir el deterioro climático sin mantenimiento. En su faz externa se
lo martelinó y trató químicamente para dejarlo a la intemperie sin recubrirlo.
Williams no quería tapar con artificios la honestidad de los materiales. Por su
parte, el interior de la casa fue construido en placas de madera, en un taller
de carpintería que realizó puertas, ventanas, escaleras y mobiliario. La casa
se montó primero en el taller, luego se desmontó y se volvió a armar in situ.
Luego de la muerte de Amancio Williams, en
1989, la Casa del Puente fue declarada Monumento Histórico Nacional. Hoy en día
se encuentra en estado de abandono avanzado y muchas de las características de
su construcción original se han perdido para siempre.